Porque después nos vimos muchas veces más, esporádicamente,
hasta que dejamos de vernos en años. Eso nos modificó a ambos; no sé qué
persona sería yo sin haber compartido aquellos encuentros con Nazaret. A veces
pasaban semanas, o un mes, pero volvíamos a encontrarnos. Ella venía con cierta
frecuencia a Villasperanza del Valle. Por entonces trabajaba en una pizzería de
la capital y se escapaba con ese propósito hasta allí. Nos encontrábamos directamente
en la habitación del hotel. Recuerdo que en la ducha siempre cantaba canciones
de Janis Joplin y después, una y otra vez, me contaba la misma historia sobre
su encuentro en los estados unidos. A mí no me cuadraban las fechas, ¡pero su
relato era tan veraz!
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