lunes, 20 de abril de 2009

Esperando a Naim (1)

El tiempo habrá dulcificado, quizá, las aristas de su rostro, y habrá dejado sobre éste las erosiones que trae la calma, la experiencia de vida que sucede a las tempestades, sin brillo ni oropel. El gigante que fue, será hoy un hombre, sin más, en cuyas manos limpias descanse el roce de un ser querido. Me digo todo esto convencida de ello, o porque necesito llevar a mi puerto el deseo de que así sea. Ansío que las aguas de su marea tranquila arriben a mi y descubrir en ellas a un nuevo Naim, un hombre adulto vencido por el tiempo, y por ello magnifico. Deseo para mis ojos esa constatación, ningún sobresalto, acaso una lágrima suave perdida tras las lentes de mis gafas. Sin duda albergo la esperanza de que sus ojos se apiaden de mis formas y lleven a Naim una imagen aceptable de la mujer que soy.
Es un día agradable. Esta plaza de la Gavidia, como tantas otras en esta ciudad, resulta acogedora y bulliciosa, en ella confluyen los avatares de habitantes y viajeros. Observo esta actividad deleitada en nimiedades. Sus naranjos, menos altivos que las palmeras, prestan cobijo limpio a la conversación de aquellos muchachos. Por entre sus ramas se cuelan los hábiles rayos de un sol benigno, dejando pinceladas de luz en los pantalones caídos de uno de los chicos. Bajo el banco contiguo a este animado grupo una pareja de palomas deambula sin rumbo. Su picoteo parece arbitrario.
Estos tacones me están matando, y a pesar de ello sigo aquí, en la puerta, junto a esta mesita alta, sin silla. Naim había dicho en el Dos de Mayo. Y hasta aquí me he dirigido desde la estación, con demasiada antelación quizá. Pienso que no habría sido mala idea pasar por el hotel para cambiar de calzado al menos. Padezco una mezcolanza de miedo tibio y anhelo que viene a ser un objeto pesado y voluminoso cimentado en mi estómago. A través del teléfono su voz transmitía reposo, así fue inspirada esta imagen nueva que me he forjado de él. Esta misma soltura, madurez y reposo de su conversación me tiene instalada en la ansiedad.

viernes, 17 de abril de 2009