Del color de la tierra negra, de la gris y ocre. De los aromas afrutados del vino blanco. De las acelgas y berenjenas, también del color de estas últimas. Del color de la vida. Bau está pintado, es un autorretrato de un retrato. Se rebusca a sí mismo aún, como busca los colores, las texturas y sobre todo las sensaciones.
Nos llegó con aroma a zurrón de reparto de correos y al yodo de los carretes de fotos. Luego se situó detrás del mostrador de golosinas mosqueado con su adolescencia, por que no cabía en ella. Y con un Bic punta fina color negro, hacia temblar al mismísimo Moebius. Yo lo he visto. Ahora véanlo ustedes.
José Ramírez Rivero