tag:blogger.com,1999:blog-4863292269442634332023-11-16T02:32:36.913-08:00Almanzurbillah... fulge el bronce hostigado por el sol e irradia sus destellos a las nubes...Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.comBlogger99125tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-2545713917682299932016-05-14T04:21:00.003-07:002016-05-14T04:21:43.830-07:00#miNazaret2<div class="MsoNormal" style="mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;">
Y todo
tiene un fin, también yo, también mi historia, la línea de tinta llega a un
torrente de agua y allí se pierde. Así debe ser, esa presencia que fue
constante se pierde en un chorro inmenso, el universo es así, la identidad se confunde
en favor de la divinidad, así la memoria es un lunar despreciable en mitad del
inmenso olvido. Así es, ¿quién soy yo, Nazaret, para cuestionar esa plenitud? </div>
<div class="MsoNormal" style="mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;">
Desciendo
del coche empleando tiempo para ello, quiero, a la vez, tomar mi primera
impresión. Me despojo de las gafas de sol que sin embargo no cubrían mis ojos, inútiles
descansaban en la parte alta de mi cabeza, hay días enteros que me olvido de ellas
y permanecen ahí. El motor está ahora apagado y noto el calor concentrado en el
capó, pero la música aún suena, sólo eso me conecta con mi momento anterior.
Vuelvo sobre mi primer impulso, esquivando un posible golpe en la cabeza, ya me
di más de uno, soy consciente de mis nuevas torpezas, y quito las llaves del
contacto, así se hace el silencio y vuelvo a estar bajo este espléndido
limonero que imagino hermoso cualquier día soleado de verano. Ahora mi
percepción es franca. Aquí, ante todo, gastaré tiempo, me concederé placeres u
obligaciones nuevas. Respiro con agrado el amable frescor que ha dejado el
chaparrón. Quiero usar con frecuencia mi rebeca heredada, abrigarme con ella, es
gruesa y negra, está algo parda, llevar debajo cualquier cosa, pasear. Leer.
Leer libros, los hay a docenas en mi equipaje, me esperan, llevan demasiado
tiempo esperándome. Quizá alguna vez volver a rasgar las cuerdas de mi vieja
acústica, quizá. </div>
<div class="MsoNormal" style="mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;">
Está en mí
esa agradable sensación de recorrer lo inexplorado que es sencillo, todo esto
que es nuevo, pero repetido en mi ideario, repetido en otros pueblos que ya he
visto. La tarde adormece en su color plano, es azul y es gris. Veo que la
lluvia ha dado lustre a la calle empedrada que, sinuosa, desciende entre las
paredes encaladas. Deseo disfrutar ahora, aquí, en el lugar de mis ancestros,
que diría aquel, de todos esos libros que me esperan desde cuándo, pasear,
gastar mi tiempo sin incurrir en ninguna tragedia. Cantar una canción olvidada
de Janis. Conocer. Conocerme al fin. Descubrirme, mis rincones, mis sesenta y
cinco años de jubilada, los rincones de este que es mi pueblo por ascendencia. </div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto; text-align: justify;">
Las calles
se caen por pendientes y reaparecen en cuestas empedradas. Muchas puertas están abiertas a la penumbra de los
hogares en su interior, en ellas el olvido y el silencio no temen a la lluvia. </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-12356035049972997952016-02-24T00:56:00.001-08:002016-02-24T01:15:52.901-08:00V CERTAMEN VALVERDEÑO DE CARTAS DE AMOR<div style="text-align: center;">
AYER</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Querido mío. Solía llamarte así. La luz adora tu cuerpo, no dudo de ello, por eso sé que, aun hoy, puedo llamarte querido; y si eres mío no es porque yo sea posesiva, es porque me lo ha susurrado el tiempo con su voz adulta. Allí donde te encuentres la luz coqueteará con las sombras y se ocupará de hacer visibles tus manos. Y en ellas, en tus manos, descansa la dulce idea del tacto. Y en el tacto, querido mío, está el amor, mi amor, que es una palabra abierta, que no es ninguna frontera. La letra braille con que escribiste antaño en mí es ávida por desvelar su significado. Así que veo mis manos rosadas bañadas por el fulgor que habita en la Plaza, veo las líneas azules que riegan su quietud y su movimiento bajo mi piel madura, la dermis que se renueva a cada instante. Detrás de cada suspiro mil células son nuevas. Y veo tus manos. Veo el regalo amable del maíz, la caricia vegetal de un azote apacible, y nuestras juventudes asidas de la mano. ¿Recuerdas?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
17:21</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Querida mía. Aquello último que llamo desnudez. Pene. El bello de mis glúteos en el desamparo de un mar vegetal. El viento, que mece cada espiga, las empuja contra la más blanca piel, esa puerta de la calle de mi cuerpo. Este campo es echarse a la calle, se muestra tras los portales. La calle se extiende hasta todo aquello que no soy yo. Primeros atisbos del fresco invierno. Invierno de sol apagado, luz uniforme. Desnudo en mitad de un campo arrasado por la furia infantil del viento, por la luz gris de una tarde sencilla. El resultado de ser provinciano y rozar la otra piel, la que dibuja el anhelo en el cuerpo próximo, es un alarido callado que reposará junto a un árbol milenario, junto a unos aperos, sepultado para siempre en la humedad. El viento silba entre las piernas del deseo, mientras el tacto arranca la electricidad de una nube cercana. Sólo en mi encontrará ese cuerpo el calor suficiente. Recuerdo amor. Voy. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
18:17</div>
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El tiempo habrá dulcificado las aristas de tu rostro, y habrá dejado las erosiones que trae la calma, la experiencia de vida que sucede a las tempestades, sin brillo ni oropel. El gigante que fuiste habrá devenido hoy hombre, sin más, en cuyas manos limpias descanse el roce de un ser querido. Me digo todo esto convencida de ello, o porque necesito llevar a mi puerto el deseo de que así sea. Ansío que las aguas de tu marea tranquila arriben a mí y descubrir en ellas a un nuevo tú, un hombre adulto vencido por el tiempo, y por ello magnifico. Deseo para mis ojos esa constatación, ningún sobresalto, acaso una lágrima suave perdida tras las lentes de mis gafas. Sin duda albergo la esperanza de que tus ojos se apiaden de mis formas y lleven a ti una imagen aceptable de la mujer que soy. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
18:56</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Corazón. Voy… Dame un instante… </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
18:58</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Espero. Es un día agradable. Esta plaza de Ramón y Cajal, la Plaza, resulta acogedora y bulliciosa, en ella confluyen los avatares de los habitantes, nuestros conciudadanos de entonces, sus descendientes de hoy. Observo esta actividad deleitada en nimiedades. Sus palmeras prestan cobijo limpio a la conversación de aquellos muchachos. Por entre sus ramas se cuelan los hábiles rayos de un sol benigno, dejando pinceladas de luz en los pantalones caídos de uno de los chicos. Bajo el banco contiguo a este animado grupo una pareja de gorriones deambula sin rumbo. Su picoteo parece</div>
<div style="text-align: justify;">
arbitrario. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
19:16</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Estos tacones me están matando, y a pesar de ello sigo aquí, en la puerta, junto a esta mesita alta, sin silla. Me habías dicho en la Casita de Papel. Y aquí estoy. Padezco una mezcolanza de miedo tibio y anhelo que viene a ser un objeto pesado y voluminoso cimentado en mi estómago. A través del teléfono tu voz transmitía reposo, así fue inspirada esta imagen nueva que me había forjado de ti. Esta misma soltura, madurez y reposo de tu conversación me ha tenido instalada en la ansiedad. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
21:43</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
HOY</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Querida mía. Ella… Perdona. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
07:53<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-44013245990870641312015-09-23T10:45:00.002-07:002015-09-23T10:52:11.526-07:00DOS, UNO, TRES…<div style="text-align: justify;">
DOS</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A tu mente viene recurrentemente, de manera espontánea, sin que sea preciso que una magdalena se sumerja en una taza de té, sin que un plof y un aroma te transporten al pasado, pero igualmente sin que medie tu voluntad, esa mujer que viste una rebeca del color de la hierba bien fresca. Es tan real como la realidad, su holograma modifica tu hábitat más que esa planta de interior que riegas a diario, quizá te alimenta tanto o más que la última empanadilla de atún que te dejó en una fiambrera de Bob Esponja sobre el umbral la vecina tocando el timbre esta mañana y huyendo después bajo la lluvia, entre los naranjos, calle abajo. Olía a tierra, recuerda. Natividad creo que se llama. La pequeña vecina, digo. Sin duda te ama, de ese modo pueril, tan delicioso y entrañable. No esa otra mujer, de rebeca de color verde, bien verde, es luz, ese color se ilumina. Está ahí. Alarga la mano. Tócala. Touch her. Al sonreír en sus labios una mueca dulce, simpática, progresa; y cuando la curva es casi una risa, se desvanece.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
UNO</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sé de qué me hablas. A mi mente viene ella recurrentemente, de la mano de la espontaneidad. Sin que medie mi voluntad. Pero yo no soy Proust, no preciso que una magdalena se sumerja en una taza de té. No necesito que un plof o un aroma me la rescaten del pasado. En mi caso quizá no existió, o sí, no sé. Es una mujer que viste una rebeca del color de la hierba bien fresca. Y es tan real como lo es la propia realidad. Su holograma modifica mi hábitat; ella es más palpable que esa planta de interior que riego a diario. No hay nada onírico en la mujer, es de materia tangible. Su presencia me alimenta tanto o más que la última empanadilla de atún que me dejó Natividad esta mañana, mi pequeña y dulce vecina. La fiambrera había quedado sobre el umbral, la niña había tocando el timbre y huido después, bajo la lluvia, entre los naranjos, calle abajo. Olía a tierra, lo recuerda con nitidez. La pequeña me ama, lo sé, de ese modo pueril, tan delicioso y entrañable. No es el caso de esta otra mujer, la adulta, la de la rebeca verde, bien verde, ese verde que amamos al sur. Ella es distante en la proximidad de mi salón. Es luz, ese color se ilumina. La mujer está ahí. Tengo que alargar la mano. Tocarla. Al sonreír en sus labios se produce una mueca dulce y simpática que progresa; y para cuando la curva es ya casi una risa, la mujer se desvanece.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
TRES</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
De un tiempo a esta parte a su mente viene recurrentemente, de manera espontánea, sin que sea preciso que una magdalena se sumerja en una taza de té, la imagen de una mujer que viste una rebeca de color verde hierba. Es para Bancel tan real como la realidad. El holograma de la imagen modifica su hábitat. Él siente que esa planta de interior que riega a diario tiene menos cuerpo. A este hombre, tan sumido en disputas, le alimenta esta visión, que siente una verdad, tanto o más que la última empanadilla de atún que le trajo la hija de la vecina, Natividad cree recordar que se llama. La niña le dejó esta mañana una fiambrera ilustrada con de dibujos animados sobre el umbral. Tocó el timbre, para luego huir bajo la lluvia, entre los naranjos, calle abajo. Sin duda la pequeña lo ama, de ese modo pueril, tan delicioso y entrañable. No así esta otra mujer holográfica del salón, la de la rebeca verde. Está ahí. Bancel quiere alargar la mano para tocarla. Sabe qué ocurrirá. Al hacerlo la mujer sonreirá y en sus labios una dulce y simpática mueca progresará; y luego, cuando la curva sea ya casi una risa, se desvanecerá.</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-45638919343630778032015-04-23T08:43:00.003-07:002015-04-23T08:48:11.112-07:00... guayacán... <div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Quería con
miedo, con reservas, desde la distancia. Recuerdo que la niña a la que yo adoraba
tenía un crucifijo chiquito hecho con madera de guayacán que pendía de su
estilizado cuello y que yo quería besar. Con ese beso pretendía que entrara en
mí la magia de la divinidad, pero sobre todo estar cerca de Gladys. El blanco
impoluto de su uniforme, de las monjitas de Pureza de María, hacía de su piel,
por contraste, la superficie más hermosa de toda la creación. Toda su silueta inspiraba
en mí un deseo. El deseo de ser mejor persona. También el deseo inmediato, inocente
y concupiscente de tocar su plumier, u olerlo, oler cada uno de los lápices, oler
la regla, tocar el cartabón inútil y hermoso. La idea de olerla a ella, tocar
su cabello, se ocultaba en mí, en el fondo más profundo de mi conciencia, yo no
me atrevía siquiera a pensar en ello. Imaginaba que objetos tan inmaculados,
que toda ella, eran la pureza. Sentía ser yo mismo tosco y sucio. Esa suciedad
que el jabón lagarto no arrancaba de uno por mucho que se esforzara. Era una
suciedad que estaba dentro de nosotros, los míos, la gente del barrio más
humilde. Un barrio orgulloso y esforzado. Pero uno sentía que ese estigma era visible
más allá de sus límites. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
La abuela
colgaba un cubo con regadera en el patio y yo me duchaba a la intemperie,
custodiado tan sólo por la empalizada endeble del patio de nuestra modesta
vivienda. Ella se empeñaba en frotarme con sus manos enfundadas en manoplas,
como lo hizo desde pequeñito, y yo me lamentaba por ello, protestaba, y dejaba
hacer. Qué estúpido es avergonzarse de la humildad. Y ya puestos, qué estúpida es
la vergüenza, cualquier vergüenza. Así era yo entonces, pequeño y triste,
pobre. Sobre todo pobre.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero
en mi pobre concepción no cabía la resignación. Después de lavarme a conciencia
me apresuraba a cruzar gran parte de la ciudad. La veía bajar del autobús
escolar, cada tarde, veía su cabello sedoso, sus ropas impolutas y limpias, veía
su crucifijo de madera de guayacán en la sima torpe de sus incipientes pechos,
y la piel ensombrecida con gracia infinita por los rayos amables del sol de
aquel barrio rico de la ciudad. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
«Gladys»
la llamaban las compañeras en la distancia. Yo observaba y oía. Hablaban de
meriendas y jugos de frutas, de reuniones y juegos, de las tareas conjuntas en
tu recámara o en la mía. Alguna vez me crucé con ella sin que ella se cruzara
conmigo. Yo no existía, era tan gris como el piso. El asfalto y yo, el mobiliario
urbano, éramos la misma unidad informe, la ciudad, su camino a casa. Yo fui para
Gladys lo cotidiano que no vemos aunque miremos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
tiempo pasó y después el otoño empezó a durar años. Y lo bello, y lo triste,
todo pasó. Y mi vida convulsa y los acontecimientos. Todo pasó. Y pasó aquella
niña linda que bajaba del autobús escolar con el crucifijo diminuto. Y en mí
quedó una idea vaga. No sé por qué lo recuerdo ahora si jamás lo había
mencionado. Ni siquiera a mi hija Gladys. </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-48285187640870343252015-04-01T06:44:00.002-07:002015-04-01T09:55:06.216-07:00Nazaret - Capítulo CERO<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="line-height: 115%;">
— ¿Tiene usted miedo?</div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— Hermosa.</div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— ¿Cómo dice? </div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— Eh… Perdón… No, no
tengo ningún miedo, ¿y usted?</div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— Desde luego que no a
volar. En todo caso, a veces, puedo llegar a sentir miedo de mí misma, de mis pensamientos—.
La mujer sonrió de un modo particular, como quitando trascendencia a lo aventurado
de sus palabras, y movió con gracia infinita su cabello oscuro y algo ondulado.
En ese instante a mi mente vinieron dos imágenes que se confundieron en una
idea sola. Por un lado Rita Hayworth en Gilda lanzando sus cabellos hacia atrás
e irrumpiendo luminosa en la pantalla; por otro los hermosos rasgos de Encarna,
la joven por la que había sentido una atracción pueril que me reducía a aquella
torpe estupidez paralizante. Esta mujer también tenía un lunar próximo a los
labios y unas pestañas pronunciadas por encima de unos ojos verdes, muy
hermosos, aunque era mayor que aquella, y ese excedente de experiencia pesaba
sobre sus hombros y fluctuaba en su mirada. Era muy atractiva y aún más porque
no parecía consciente de ello. Yo la había estado observando con interés antes.
Ella, ajena a mis elucubraciones, proseguía: — Lo realmente terrorífico es el
aburrimiento, ¿no cree? Disculpe la osadía, resulta tan tedioso esto de viajar
sola. Usted habrá notado que era tan solo un pretexto para conversar. Es claro
que no teme a volar, resulta evidente—. Por aquellos días, al parecer, los
aviones caían del cielo con relativa facilidad. Los noticieros estaban repletos
de noticias superfluas, excesivas y nimias relativas a una catástrofe aérea
reciente. Así que la pregunta no era tan descabellada. La mujer híbrida, mitad
Rita, mitad Encarna, me hablaba desde el conjunto de asientos del otro lado del
pasillo. En ese instante la ceñida e impoluta falda azul de la azafata se cruzó
entre nuestras miradas. Para cuando la
azafata hubo cruzado la pasajera había ocupado mágicamente el asiento más
próximo, el del pasillo. El mismo que ocupaba yo del otro lado. De este modo
sus pestañas, tipo Encarna, estaban tan próximas a mí que podía distinguir cada
pelo y como cada uno de ellos trazaba su armoniosa curva. </div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— Pues no, la verdad,
la muerte no me desvela por las noches— sonreí a mi vez. Por real que aquella
afirmación pudiera ser para mí, ante aquella desconocida pretendía ser también
un comentario jocoso, parejo al suyo, sobre el que insistí: — Al fin y al cabo
¿qué miedo se puede tener a morir? A veces pienso que debe ser una bendición. Leonardo
Da Vinci decía que “una vida bien usada causa una dulce muerte”, por lo que… </div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— “De cierto te digo
que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Lucas, veintitrés, cuarenta y tres—. Me
interrumpió ella con solemnidad litúrgica y sin solución de continuidad se echó
a reír sonoramente. Me di cuenta entonces que debía tener cuidado, mucho
cuidado, ya que me podía enamorar de sus dientes blancos y de su encantadora sonrisa.
Al instante se justificó: </div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— No me haga
responsable a mí, ¿eh?, es usted el que ha empezado con las citas…—. Y de nuevo
su encantador y sonoro carcajeo se dejó oír en el habitáculo de aquel Boeing
737-800.</div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— Por favor dejemos el
usted— propuse—, mi nombre es Plácido.</div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— Por supuesto. El
mío: Nazaret. </div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— Muy bíblico, como su
cita. Reconozco que me está bien empleado. ¿Es usted creyente? En ese caso
estará de acuerdo con mi reflexión anterior. No se debe tener miedo a morir, acaso
¿no es una bendición? Abolido hoy el infierno por su papá Francisco ¿qué miedo
debe causarnos la muerte? </div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— Mi papa Francisco…
—. Una sombra repentina y gris cruzó su faz. Su rostro se ensombreció. Fue acaso
un segundo más largo que el segundo anterior. Al instante su sonrisa blanca
resurgió en el óvalo armónico de su rostro. Para entonces yo había intentado
eludir la alusión sin saber bien por qué debía hacerlo:</div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
— Nuestro papa, el
papa de todos los cristianos… Francisco es incluso el papa de Podemos. Confieso
que yo no lo soy… en fin. No soy religioso. Y ¿usted? </div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
En el trayecto de Faro a
Eindhoven, en el aire, allí donde radican los dioses, conocí a Nazaret, junto
al suave sonido de unos motores, entre nubes lasas, blancas y grises, frente a
un espacio puro y azul, entre idas y venidas de las personas que asistían el
vuelo y que nos traían botellitas minúsculas de licor. Yo veía estos
recipientes de juguete apoyarse en los labios de aquella extraordinaria e
intrépida mujer y adivinaba como el líquido abrasador y amable recorría su
cuello bronceado, lindo, espigado, delicioso. Hablamos. Bebimos. Era
emocionante seguir sus confesiones, sus historias, el relato de todo su
universo amplio. </div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="line-height: 115%;">
Y, como ocurre sólo a veces, nos
hicimos amigos; al menos allí pusimos los cimientos de lo que vino después.</div>
<span style="line-height: 115%;"> Cada vez que viajo a Ochtrup, no pocas veces, casi siempre
desde Faro, pasando por Eindhoven, no puedo dejar de pensar en esta extraordinaria
mujer que tanto ha significado en este último tramo mi vida. Tengo la falsa convicción
de haber estado con ella siempre, desde su pequeñez, conozco su historia, quizá
no la que vivió, pero sí la que quedó impresa en su memoria, ¿qué puede haber
más vívido que un recuerdo? Con frecuencia voy solo, y en silencio, y en mi
mente suenan esas canciones de Janis Joplin tan idisolublemente unidas a
Nazaret. </span>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-50255694876110442752014-12-26T04:19:00.000-08:002014-12-26T04:19:00.101-08:00Nazaret 6<div class="MsoNormal">
Porque después nos vimos muchas veces más, esporádicamente,
hasta que dejamos de vernos en años. Eso nos modificó a ambos; no sé qué
persona sería yo sin haber compartido aquellos encuentros con Nazaret. A veces
pasaban semanas, o un mes, pero volvíamos a encontrarnos. Ella venía con cierta
frecuencia a Villasperanza del Valle. Por entonces trabajaba en una pizzería de
la capital y se escapaba con ese propósito hasta allí. Nos encontrábamos directamente
en la habitación del hotel. Recuerdo que en la ducha siempre cantaba canciones
de Janis Joplin y después, una y otra vez, me contaba la misma historia sobre
su encuentro en los estados unidos. A mí no me cuadraban las fechas, ¡pero su
relato era tan veraz! </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-31161376961494029962014-12-23T07:44:00.001-08:002014-12-23T07:44:45.243-08:00Nazarete (5)<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; font-family: Arial, sans-serif;">Su pubis,
ese vello oscuro en mitad de la piel blanca, escoltado por las estilizadas
piernas que adoro, era tan hermoso, la letra perfecta con la que empezar una
vida, o al menos aquel viernes. Me molesté en apoyar sobre el suelo el pie
derecho a pesar de contar con escasa conciencia ya que toda mi energía
cognitiva estaba depositada en la tarea de mirarlo. Era una dulce ráfaga de
oscuridad en mitad de un albor reposado, un animal entrañable en mitad de la
taiga nevada que clamaba de nuevo mis caricias, mis besos más delicados. El
pelaje de esa criatura suave albergaba su olor, yo lo sabía hacía sólo un
instante, y ahora mi olfato y mi memoria pugnaban por hacerlo relevante. De mis
labios salieron las palabras acompañadas de un impulso de viento. La ráfaga iba
dirigida a la parte pero me sobrecogió descubrir que el destinatario era el
todo:</span><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; font-family: Arial, sans-serif;"> — Te quiero.</span><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; font-family: Arial, sans-serif;"> — ¿Ein? </span><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; font-family: Arial, sans-serif;"> — Creo que también me gustas
por dentro…</span><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; font-family: Arial, sans-serif;"> — ¡Dios! ¿Has vuelto a
fisgonear mis radiografías?</span><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; font-family: Arial, sans-serif;"><span style="color: white;">Aquella mañana reímos de
lo lindo. Carcajeamos sin medida Nazaret, su coño y yo. Pero de los tres, sin
revelarlo en ningún momento, yo empecé por mi cuenta y riesgo a amar. <o:p></o:p></span></span></div>
<span style="background-color: black; color: white;"><u1:p></u1:p>
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"> </span></span><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><span style="background-color: black; color: white;">Así nos fue a todos después.</span> </span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-63682774944116956052014-12-17T03:05:00.000-08:002014-12-17T03:05:10.216-08:00Notas Nazaret (4) <div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
... hace
frío. Cada vivienda dispone de un recoleto jardín en la parte posterior del
edificio. Allí cae el sol cuando el sol cae. Nadie, si acaso remotamente,
visita el lugar. Sí lo hace la mala hierba y los arbustos que la humedad y el paso
del tiempo alimentan. Allí permanecen vivas las plantas que la mamá de Nazaret cultivó
con esmero. Se trata de un minúsculo rectángulo de vivos colores, de colores vivos,
recortado en mitad de la desidia. Una verja de rombos metálicos separa este
diminuto paraíso de la inacción. Surge altivo, en su pequeñez, ante la frondosidad
natural que devora la presencia humana indolente o su simple ausencia, acotado por el asfalto limpio que lo antecede
y las parcelas abandonadas por los vecinos. Resulta evidente que estos jamás miran
hacia allí desde sus casas confortables. A la entrada, asido a la verja, un
escueto cartel anuncia, en español: Ático B. Una bicicleta se apoya en la malla
metálica y la esquivo para tomar la entrada que se ofrece franca. Adivino, en
cada planta, la mano de un esmerado jardinero. Habré de asumir este coste como
exige la nota de Nazaret que encontré en el apartamento. Nada sé de cultivar y
cuidar plantas, toda mi pericia con ellas descansa en mi deleite, en su
observación… ellas me dicen cosas y el azufre que recorre mis venas se disipa.
Sé que pasaré horas contemplando estos escuetos parterres. Esta flora
constreñida en el breve espacio de mi jardín será mi compañera todo este
tiempo. Cuando mi obra haya tomado cuerpo independiente por sí, se separe de
mí, y vea la luz, las ramas, pétalos y luces de este carmen se habrán mezclado con
las páginas escritas. En cada línea, en cada palabra, habrán echado sus raíces.
Así nos mezclaremos indisolubles este rincón de frondosidad extraordinaria, el
tiempo y yo. Serán sólo unas cuartillas que surgirán de este destierro al que
sonrío. Entre tanto las estaciones se habrán sucedido en Ochtrup… </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-10015646836029748662014-09-15T06:06:00.001-07:002014-09-15T06:18:42.430-07:00... notas para Nazaret... (3)<div class="MsoNormal">
Aún el azahar floraba las ramas de los naranjos a lo largo
de la avenida. Aunque a esta altura de la estación eran ya escasas las lluvias
algunos charcos se habían formado en las ondulaciones de la calzada fruto de un
chaparrón extraviado. El aroma de la blanca flor inundaba el recorrido limpio y
franco y Nazaret andaba con paso firme bajo el chubasquero translucido que le
daba un porte cosmopolita. Estaba resuelta a representar el teatrillo de ser
una chica feliz y moderna. A base de repetirse que lo era acabaría por serlo. Aunque
reconocía esa canción no entendía el texto que escuchaba. El azar había querido
que desde una radio en el interior sonara <i><a href="https://www.youtube.com/watch?v=Ow8rsycBQ54">Nothing'sgonna stop me now</a></i> de Samantha Fox. Al pasar por delante de aquel café, que
parecía despertar en mitad de la tarde sevillana con todos sus veladores ociosos
en la puerta, esa música llegó a sus oídos, era la constatación visionaria pero
ignota de su resolución, para ella eran sólo simples sonidos
armoniosos. En la puerta el hombre que regentaba el local vacío improvisó un silbido apagado. Sus labios
dispuestos en círculo manifestaron en silencio la belleza de la muchacha. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nazaret
sí reconocería en un instante el tema y el significado de <i><a href="https://www.youtube.com/watch?v=9NRzxu_Hak8">I need a man to love</a></i> de su admirada Janis Joplin. La había oído quizá
mil veces. Precisaría tan sólo de un acorde para intuirla, para llevarla de la
mano por su mente. En ese caso sus reflexiones serían injustamente amenizadas
por ese tema. Aquella canción le encantaba, sí, pero su significado sin embargo
se tambaleaba hoy. Estaba en cuestión esa verdad hasta ayer inmutable que gritara
su ídolo en el Hollywood Palace allá por
febrero del 68 de la mano de Big Brother and the Holding Company. ¿Necesitaba Nazaret
un hombre para amar? ¿Qué había ocurrido para que las certezas fueran
penumbras? Sólo hacían unas pocas horas que sus labios habían estado enredados
entre los labios y las piernas de una persona maravillosa. Y esa persona era cualquier
cosa excepto un hombre. </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-75630414287166363852014-09-09T07:11:00.003-07:002014-09-09T07:11:41.392-07:00Notas para Nazaret (2)<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">… ahora
sé que aquella dulce niña que rasgaba y se ocultaba tras la enorme guitarra que
reposaba en su regazo era Nazaret. Aquello era el pueblo de Dios y sus festivas
eucaristías al aire libre. Una mezcla de jóvenes y adultos en mitad de
cualquier terreno estéril movidos por hilos perdidos en el infinito de la
bóveda celeste pasando por ser los chicos de Siete Novias para Siete Hermanos, o
los hippies de la Era de Acuarios o un centenar de miembros del cuerpo de
Marines de los Estados Unidos, o todo ello a la vez y amalgamado. Allí las raciones
cuartelarías en escudillas de metal mostraban con solvencia la otra idea nacida
de la misma raíz que el comunismo, ésta benigna, que llamaban la comunidad.
Todo era olor a madera y campo abierto, exigua vegetación entre eucaliptos y reposo
y meditación. Pero también interacción entre las distintas ovejas del mismo
rebaño. En una concepción entonces moderna del catolicismo a base de hojas de
palma y frases evangélicas escritas con pinceles en cantos rodados, y piedras
mayores grandes como tótems, la música tenía su espacio, era trascendente y fundamental.
Ella hacía música y merced a ello se elevaba como patricia en un mar de
plebeyos. Mi idea no era otra que ligar, claro. En mi vida he visto a nadie más
hipócrita que ese yo de entonces. Cuando la hostia estaba en mi paladar y había
cerrado los ojos, incluso apretando, me esforzaba por sentir cómo lo divino me
poseía. Nada de eso notaba. No sentía que me inundara ninguna luz divina; y
preso de la culpa y la frustración fingía. Y fingía tanto que llevaba mi
representación al límite. Algo así como aquí está el Nirvana y viene para
quedarse. Lo que más anhelaba a lo largo del ritual de la eucaristía era cuando
finalmente el cura, que generalmente cruzaba la estola sobre una camisa a
cuadros que acompañaba a sus vaqueros gastados, decía aquello de «daos
fraternalmente la paz», o sea: carta blanca para el besuqueo. A por la
guitarrista de la cinta cruzada en la frente iba yo que me las pelaba. Y tantos
otros. Por el camino hubiera sido capaz de negar la paz al mismísimo Mahatma, si
hubiera sido preciso, de estrangular con el cordón de algodón del que pendía mi
cruz de madera a cualquier rival que se me cruzara en el camino. El caso era
que, en el tiempo prudente que se concedía para ello, mayor que en la Iglesia del
pueblo por lo que tenía cronometrado, yo pudiera recrearme tanto como me fuera
posible en dar la paz a esa muchacha sin nombre, la diosa del cristianismo
activo. Llegado felizmente a ello, a la vez que asía su mano para estrecharla, con
la otra tocaba su cintura y mis labios se recreaban en los dos besos que ponía
en sus mejillas. Qué dulce. Esa piel. Esos mofletes rosados y deliciosos que
soplaban canciones con el apacible timbre de una voz casi indolente. En su
rostro se representaba la desidia propia de la fama cuando se topa con la
gentuza. Levitaba poseída por la luz que a mí me era esquiva. Ella pertenecía
al grupo cristiano de moda, la élite de los campamentos y convivencias de la
provincia: Brotes de Jaramago. ¿Qué otro fin perseguían aquellas convivencias? Nadie
puede decir, a pesar de todo, que no aprendiera yo a amar a la prójima…</span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-41085818279176220632014-08-28T01:59:00.002-07:002014-08-28T02:01:13.211-07:00... mi vecina... <div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En unos años ha modificado su aspecto, ahora es delgada.
Quizá deba decir delgadita, ya que a su edad su enjuta figura resulta
entrañable. Es cierto que La ropa que cubre su cuasiesqueleto es viva y
abigarrada, que los colores son usados sin concierto ni modo. Pero no lo es
menos que su sonrisa, archipresente en el óvalo luminoso de su rostro, da orden
al caos. Toda esa fiesta pueril de lo cromático, de collares, sombreritos y
pulseras, queda relegada a simple comparsa en una figura donde sobresalta, hasta sojuzgar
la mirada, la deliciosa curva perenne de sus labios amplios. Ellos son el
recuerdo de su hermosura juvenil y el presente de ese concepto cuando lo
denominamos belleza y lo hacemos imperecedero. En ella lo estridente es
equilibrio como resultado de una simpatía evidente. Sus ademanes son graciosos
y amables. Sonríe. Sonríe siempre. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero yo
recuerdo a esta mujer siendo yo un niño, el gris de su atuendo y la sobriedad
de sus movimientos. Recuerdo sobre todo las bolsas bajos sus ojos lejanos y la
línea vacía de sus labios. En mi memoria aún se sucede ese pesado transitar la
calle, ese arrastrar de bolsas, ese duro gobierno de un mar de carritos, niños
y maridos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hoy lleva
en su brazo un reloj de Loewe blanco cuya pulsera podría atrapar su cuello sin
dificultad que rueda por su muñeca arbitrariamente y sin descanso. Está en el
portal de su vieja casa y sus movimientos son propios de ritmos del pasado pero
es justo decir que baila. En este instante se ayuda de la otra mano enjuta,
todo piel y huesos, para inmovilizar el reloj y poder ojearlo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Es
evidente que espera a su amado. </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-68976549397705243612014-08-26T04:24:00.004-07:002014-08-26T04:55:28.448-07:00... un tierno suspiro... <div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: black; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: white; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 115%;"> Arrancó en mí un tierno suspiro de renuncia. La
insignificante historio que os contaré, sin llegar a ser fábula —todo animal en
ella fue humano—, depositó en mi ánimo una moraleja sin horizonte. Resultó un
espaldarazo a la consecución anhelante de un todo. Asumir su enseñanza fue la
antesala del conformismo más espantoso. Tampoco es una aventura real, ya que la
realidad se expande por el universo sensible, es de palpar, mientras que esto ocurría
en mi pensamiento. No dudo que en los demás produzca razonable indiferencia
pero reconstruirla con palabras aquí lo exige mi noqueada identidad. Mientras
que ustedes pueden mirar hacia otro lado sin mucho esfuerzo yo debo revivir y
afianzar la triste lección que radica en su interior; al fin y al cabo éste es
mi diario. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: black; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: white; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 115%;"> Pasto de mi febril obsesión por ella imaginé que el mal
más abyecto anidaba en la intención del hombre que era amado por quien yo creí
amar. Fantaseé hasta darle crédito a su condición de asesino. Quería mi pericia
que yo la rescatara a ella del golpe fatal último. Pero ¡ah, pobre y vulgar ser!
¿Quería yo salvar su cuerpo blanco y delicado, su cabello apreciado y sus
dulces facciones de la muerte sin más? Ese acto sublime, puro y gratuito, distaba
mucho de mi condición menor. Mi baja categoría quería ser héroe a sus ojos.
Ganar sus favores, conquistar su corazón por la fuerza de mi espada, el
reconocimiento de mi logro sería el fin que perseguiría mi acción.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: black; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: white; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 115%;"> Soñaba con que su amor y favores serían la justa
retribución de mi hazaña y que ella viviría para siempre junto a mí en una
aldea diminuta del Peloponeso bañada por un mar tranquilo, alumbrada y
reconfortada por un sol amable. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: black; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: white; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 115%;"> Ya la sangre azul, oscura y viscosa goteaba desde la cabeza
cercenada. Mi mano asía con fuerza y rabia su pelo hirsuto. Ese ser tan
deleznable que había pergeñado mi excitada imaginación moría a manos de esa
misma industria. La más prolífica fuente de ilusiones recreaba las imágenes con
la soltura de un creador compulsivo. Mi intelecto, factoría de aventuras y
quimeras, daba paso sin solución de continuidad a la visión de los pies
desnudos de ella transitando un manto de flores silvestres e inmaculadas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: black; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: white; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10pt; line-height: 115%;"> Pero mi imaginación no supo engañarme. En el altar donde
debía consumarse nuestra unión la miré a los ojos. Sonreía, sí; pero estaban
tristes sus labios. El abismo que se expandía desde la superficie de su mirada
tierna me produjo un vértigo insalvable. Agité mi cabeza con la intención
pueril de que se desvaneciera mi pensamiento, para borrarlo todo. <o:p></o:p></span></div>
<span style="background-color: black; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 115%; text-align: justify;"><span style="color: white;"> Así que ese hombre jamás murió. Sólo pereció entonces a
causa de mi mente desdichada mi antigua capacidad de emocionarme dejando como
tributo de ese holocausto un tierno suspiro de renuncia. </span></span>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-52053919242719869692014-08-25T02:47:00.004-07:002014-08-25T02:50:24.544-07:00... la dulce Clito... Segunda Jornada... <div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
… segunda jornada. Todo es agua, todo es azul, el cielo se
confunde con la inmensidad que me rodea en un todo anodino en el que el
horizonte se ha diluido. Necesitaría rodearme de vida, de seres humanos, añoro
sus palabras y movimientos. Las aves quedaron en la proximidad de las costas. Estamos
yo y mi mente. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
He
salido de una playa próxima al puerto de Palos, dejando a mi espalda las
columnas de Heracles, que señalan el final del conocimiento y el punto de
partida de mi nueva génesis. El mundo tal cual lo conozco quedó tras de mí hace
horas. Así que he permanecido ojo avizor agotando la mirada con tanto
escrutinio y albergando el delirio de toparme con la ignota Atlántida. Este
deseo caprichoso es por poner en firme, ante la propia mirada, la que dicen
sublime hermosura de la hija de Evenor. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tengo
por cierto que la contemplación de la
belleza me predispondría a la fuerza, el ímpetu y las aventuras que preciso. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Busqué
la Nao durante días en los que tuve acceso a voces, fanfarronadas y chanzas
marineras derramadas por roncas gargantas en las cantinas portuarias. Entre
tragos de vino y envites de naipes, contaban que las formas de la huérfana muchacha,
esposa del agitador de la Tierra, ensombrecen con su esplendor incluso a la
dulce Helena, aquella que fue robada por Paris para enojo de toda la Hélade. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En la
soledad de esta nave y este mar tranquilo estamos yo y mi excitación, y me
pregunto por el sabor salado del clítoris de Clito, y por la divina lengua del
dios de los mares el día que se engendró al primer atlante. Y lo hago en
silencio con la esperanza de no ofender al dios y no desatar con ello su ira, pues
no deseo ser un nuevo Odiseo, sólo deseo ser un nuevo hombre. Pero no me deshago
de mis impulsos primeros y me pregunto si serán compensados los coitos entre
dioses y humanos. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y en
estas erectas reflexiones estoy cuando diviso ante mí, acercándose a mi proa,
una concentración nebulosa que parece estar dotada de vida propia. Se dirige
hacia mi embarcación con premura al tiempo que se expande en otras direcciones.
Pudiera ser un humo blanco, o bien una nube caprichosa. </div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Es ya
inevitable ser engullido por este descomunal vaho de densa blancura, y emplazo
mi narración a un futurible momento en el que pudiera recobrar la visión… </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-89775977406591459432014-08-05T09:56:00.001-07:002014-08-25T02:46:35.026-07:00... a remar... Primera Jornada... <div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Antes de
partir, cercano ya el ocaso, he querido botar la embarcación y señalar el acto
con la rotura de una botella sobre su pulcra madera. Las burbujas sobre el casco
que brillaba han resultado chispeantes. Después he señalado mi firme decisión
con un tributo de fuego. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Hoy han volado
pues las cenizas de eso sin nombre ya, como alegorías aladas, diminutas y
livianas de un vínculo que fue. He incinerado primero la realidad impostada que
daba sustento forzado a una quimera. También he inhumado cada emoción del
pasado; quería que desaparecieran presa de la combustión, pero fue sin éxito, pues
este fuego, tristemente avivado por mi reticencia, no prende en lo insustancial.
La unión devenida en vacío se ha deshecho en el aire con premura, pasto de los
escasos o falsos mimbres que la sustentaban ya. Y ha quedado en el ambiente, y
cercano a mi olfato, un efluvio suavemente amargo, una presencia con matices de
dolor antiguo que se desvanecía. Así pues, como una psicomagia que bien pudiera
haber propuesto mi amigo Jodorowsky, el trozo de papel que albergó un nombre
manuscrito se ha desvanecido. Y yo noto un pinchazo añejo y flojo en el corazón
y confío que un viento cariñoso de este extraño verano se lleve junto a las
cenizas la punzada, y deje en mí el orificio inocuo, como recuerdo amable de lo
que fue amar. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Sea pues ese
amor mi tatuaje marinero sobre la piel en presencia de la sal que tiene desde
siempre la propiedad de conservar. Conviva, no ya como recuerdo sino como
esencia que me rehízo, como experiencia que me gestó, coexista en mi dermis y
mi naturaleza, habite en mí siendo yo; y boguemos, con brío y decisión. Veo en
este instante los remos hundirse en las olas doradas. Ahora el ocaso escenifica
que los humos grises se dirijan hacia otro mar y deje francas las aguas que
avisto limpias desde la popa. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Es necesario, y no un capricho, que el sol se hunda en el
océano. El naranja se apaga ya en la distancia, en la inmersión óptica sonrío,
mientras entre las jarcias el graznido de los albatros ulula junto al viento y
el crepitar de las junturas de madera. Esta embarcación que llaman la Nao, como
una broma que consideré estúpida ayer, me invita hoy a partir hacia mis descubrimientos.
Las bodegas de esta escuálida nave albergan las cuatro cosas que puedo
precisar: una pipa de lobo de mar, y tres metáforas más. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Me
rodea una inmensidad de agua que me hace pequeño, tanto o más de lo que me hizo
querer sin fisuras. Pero me intuyo gigante, mis manos espléndidas y fuertes
asen con decisión el timón. Me sé responsable de mi deriva. Soy la causa y soy
el efecto. Este océano que aparece tan azul en los mapas y que en mis recuerdos
alberga toda suerte de criaturas fantásticas me acompañará. Escoltará mi desvío,
y antes de avistar las costas de Panamá yo habré de ser ese marinero que ansío
y exploraré esa tierra explorada. </div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
De
toda esta travesía y aventura tendrán cumplida cuenta. </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-30881308794013472732014-07-22T23:17:00.001-07:002014-07-22T23:39:43.477-07:00Underwood número 5<div style="text-align: justify;">
Había comprado una Underwood número 5 de 1926 en un rastrillo callejero e infecto; llevaba dentro bastantes cervezas por lo que no recuerdo muy bien dónde. Una mañana, estando ocioso como acostumbro, la vi sucia y desvencijada en el sillón trasero del coche, entre latas y litronas. Me puse mis gafas de sol más retro y atrapé el volante entre mis manos con la intención de llevar la máquina a limpiar, engrasar y poner a punto. Debía de haber alguien que se dedicara a eso. Siempre hay un tipo que se gana la vida haciendo lo que seas capaz de imaginar. Era una idea latente que finalmente había aflorado con brío: sería escritor. Aunque aún no sabía qué habría de escribir ya tenía el objeto adecuado para ello: aquella delicia de máquina, una reliquia con clase, sí señor. Me parecía estupendo escribir, fuera lo que fuera, imaginaba que eso era lo de menos. Y para ello utilizaría aquel magnífico objeto. Había decidido también que lo haría con papel carbón intercalado entre los distintos pliegos de papel para obtener varias copias, como aquel autor norteamericano al que le fue publicada su obra póstumamente por empeño de su madre, y cuyo nombre no recuerdo ahora. Las cosas que mezclo con la cerveza están acabando con mi memoria. Eso sí, soy un pez delicioso. Una amiga me sugirió que si quería estar divino —lo que ella entiende por ultradelgado— a la hora de cenar tomara uno o dos orfidales, algo de coca y cerveza en abundancia. No me ocupó mucho esfuerzo poner en práctica la milagrosa dieta; los resultados son incuestionables, soy un hermoso huso vestido siempre como si se casara su hermana pequeña. Además la cerveza es diurética, dicen. Aunque esto último me trae sin cuidado y no sé si es cierto me reconcilia con quienes tachan mi dieta de lo que sea, nunca bueno por cierto. Confieso que me gusta alarmarlos. Aunque yo no opino de la dieta de los demás, y en general de los demás, la gente se toma la molestia innecesaria e improductiva de verter sus ocurrencias respecto de mi conducta y estado general. Lo cierto es que se me olvidan las cosas más peregrinas; pero así tiene que ser, claro, la delgadez es una prioridad. Aunque no sé qué clase de escritor resultaré sin memoria, sí sé que al menos quedaré muy vistoso en las distintas recogidas de premios, por lo que la gente querrá posar a mi lado. Lo cierto es que varios días después la espléndida Underwood relucía en mi mesa. Y a su lado invitaban a la creación literaria un paquete de 500 cuartillas de papel estupendo, café y cervezas para tumbar a un elefante y varios gramos. Eso sí sólo dos horas después ya había decidido que era una estupidez inmensa y que si iba a ser escritor mejor sería que me dejara de nostalgias absurdas y poses bohemias e ir a comprar el mejor ordenador portátil, por supuesto Apple, con su procesador de texto y su flamante impresora… Ignatius, la hoguera de las vanidades, John Kennedy Toole: me han llegado a la memoria de un modo espontáneo. La memoria siempre es un hilo del que tirar, gracias Ignatius, no sólo eres un espléndido personaje, también un estupendo hilo, quizá no esté todo perdido aquí dentro. Brindo por mis sinapsis neuronales, ahí están, trabajando en las condiciones etílicas y estupefacientes más adversas. Chin chin. El autor norteamericano era Toole. Sí, Toole, pero yo al poner los distintos folios enrollados en el rodillo de la máquina, con el papel carbón intercalado—y lo de buscar papel carbón fue una Odisea que a Ulises hubiera desalentado desde el principio—, he sufrido lo indecible, qué coñazo. Finalmente tenía el folio en blanco ante mí y al escribir las primeras frases siempre quería cambiar algo, modificar, eliminar. Casi he destrozado la letra x de la puta Underwood tachando lo escrito, nada me gustaba. Las palabras escritas con esa tipografía me irritaban y el sonido repetitivo de la x cayendo sobre cada letra, apagando cada fonema absurdo de mis ideas vanas, me ha perforado el sistema nervioso más allá del orfidal y la coca; más cerveza, otra raya, al final había más papel desechado que latas de cerveza. La única página que durante unos minutos me pareció salvable estaba empapada en bebida. Todo esto me ha dejado sin moral. Aquí estoy nada honorable y sin drogas que puedan paliar este desengaño. Quizá ha llegado el momento de desistir, quizá sea menos trivial de lo que pensaba saber el qué se quiere contar. Si es la historia de uno mismo qué más da. Desisto. Ahora que no voy a ser escritor pondré un anuncio en eBay. ¡Qué diablos venderé la mierda de Underwood yo mismo! Quizá el chino de la esquina se avenga a cambiarla por un número razonable de latas de cerveza.</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-16432374693990257412014-03-13T06:31:00.000-07:002014-03-13T06:31:10.681-07:00... gris... <div style="text-align: justify;">
... la materia de que está hecha la felicidad es liviana, sin embargo es más sólida y fiable la masa con que se elabora la costumbre, no es de extrañar, por tanto, que se muestre abundante y sereno en la naturaleza el color gris, tan sobrio y elegante, sin estridencias ni fiestas, sabed que es un color que abriga sí, pero sólo lo justo para no perecer de frío, sabed también que, por tanto, es una refinada y cómoda presencia que combina con todo, pero incapaz de amar… </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-21530750287124002372013-12-03T10:53:00.003-08:002013-12-03T10:53:19.007-08:00... tarde de invierno... <div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Están ahí el frío, el sol y el azul del cielo limpio, más
allá del cristal; están también en la palma de mi mano, que tengo plantada en
el vidrio. Ese contacto me comunica con el exterior, donde observo coches
deambulando y les supongo bandazos sin rumbo. Una mujer que, como si de Londrés
se tratara, ha pasado ricamente embutida en ropa de abrigo, y con el cabello parcialmente
atrapado bajo el vuelo de su bufanda delicada y de colores pastel, me ha
recordado, por su paso firme, a esa señorita Jones de pómulos rosados y
sonriente resuelta a cambiar su universo emocional, pero que luego en casa
lamentará su camino yermo y empinará el codo cantando canciones que hablen de
soledad. Cómo la conozco sin saberla cierta. Ocioso me enredo con la tarde repleta
de horas vacías, le sonrío a la idea de cubrirlas con deleite y con el uso
arbitrario del pensamiento, en libertad, sin filtros. Ahí abajo, los naranjos
juegan con el viento a resistir su envite, su verdor y sus frutos me
transportan a los cientos de veces que las manos me han olido a ellos, la
frondosidad de sus copas me recuerdan a Janis Joplin y, en general, al pelo
desaliñado con la gracia de un consumidor de cannabis. Siento en la habitación
contigua una humana presencia, viva e inquieta, aún cuando es una vivienda
ajena adivino los muebles y la oigo respirar o intuyo una respiración a través
de la fina pared que nos separa, se trata de la vecina, la niña rubia, evoco su
rostro: un óvalo exento de aristas, con sus gafas y sus ojos vivos aprendices
de sabios; y suenan los primeros acordes, suena esa melodía desde su violín. Tan
virtuosa, tan niña, tan dulce, tan sabia parece. Varias veces me he cruzado con
ellas en las escaleras. Son llamativas las manos de ambas, de dedos estilizados
y casi translúcidos. Su madre es menos niña, menos rubia, menos dulce y quizá
mucho más sabia. Manos reales, verdaderas, apetece asirlas, y manos reales, nobles,
estilizadas, mayestáticas, tan lejanas. Parece una mujer resuelta, cuando las
vi por primera vez les inventé sus vidas con un súbito chasquido de dedos. Supe,
según mi intuición, que era una mujer dispuesta a reinventarse tras un
cataclismo emocional. Y a fuerza de inventarlas en cada cruce, en cada sonrisa,
en cada mirada, ellas me confirman su pasado, sus identidades. Quizá han hecho
un esfuerzo por adaptarse a una vida más sobria, con dignidad. Eso me lo afirman
sus ropas, esos tejidos, la sutilidad y majestad de su tacto, el tacto que ha
probado con arrobo mi mirada, quizá se ha recreado a hurtadillas en esa
transgresión inocente. La humildad en ellas es un regalo caprichoso para la
mirada del mundo que no les infringe la más mínima mella. Una niña que arranca
a ese objeto extraño la música que se filtra hasta mí, que me acuna en esta
tarde soleada y fría, es arrogante. Una madre que surgió de la bruma gris del
pasado y del silencio, de esa nada de lo ignoto, para habitar un modesto
inmueble de protección oficial con su pequeña violinista, su porte y modales,
es en mí la viva imagen de esa extraña virtud que se aleja de lo tosco con
gracia infinita. Habré de inventarlas unos nombres. Mientras tanto no ceses de
tocar esa melodía dulce y lúcida pequeña. </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-15005053275625392982013-10-28T10:26:00.003-07:002013-10-28T10:27:37.258-07:00... tamaño... <div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"> … las briznas buscan la luz y buscan
el ser. Es la joven lozanía la que se abre paso entre los intersticios. Por entre
las junturas de las cuadrículas grises que conforman los márgenes de la calzada
la hierba brota como un grito de verdor húmedo y dolorido. Es un ciclo. Durante
el resto de estaciones ese impulso vital permanecer latente, tomando el impulso
preciso que lo hace eclosionar hoy. Toda una flora nace en su extensión y con
un peso propio. Pronto la señora que regenta la cantina pondrá sus rodillas
rosadas sobre el piso y arrancará sin miramiento esta vegetación minúscula y
débil. No pensará siquiera en aquello de que la belleza debe ser práctica, nada
útil hay en estos arbitrarios brotes, sencillamente ejecutará esa tarea sin que
la ampare una decisión consciente, con sus manos limpiará la mala hierba y
pasará a otra tarea sin zarandajas. Romperá con toda una vida múltiple, con toda
una fauna y flora inútiles. El espacio de la acera que se corresponde con la
entrada de su establecimiento habrá de quedar inmaculado; e igualmente más
allá, donde los chicos ponen los veladores al amparo de la sombra que procuran
a los clientes las sombrillas con la publicidad de refrescos. Antes de que esto
ocurra quedará quizá el recuerdo de una civilización pequeña, liliputiense más
bien. Una flor de manzanilla, que aquí llaman borreguito de pan, ha nacido junto
al zócalo de la fachada, en mitad del núcleo de uno de estos brotes, cerca del
umbral. Sus hojas blancas y su centro cuajado de estambres amarillísimos están
perlados por la humedad de la mañana. Su destino es la decapitación sin dolor
ni rencores. Pero todo esto es un universo efímero que tiene su propio ritmo,
en su dimensión la vida se da con la misma razón que en el mundo de los seres
grandes. Un ejército de hormigas traza una línea discontinua y perceptible
cargado con despojos insignificantes: media cáscara de pipa de girasol, una
parte ínfima de la magdalena que no supo ingerir un parroquiano y fue a parar
al suelo, un insecto minúsculo, migas de alimentos dispares y varias
estructuras orgánicas incompletas, todo ello es porteado por esta organización
incansable. Una historia, un mundo con su tiempo y su dimensión que quedará
extinto e insignificante, tal como sugieren mis días, tal como esta efímera existencia
humana en su pesada y gigantesca dimensión… <o:p></o:p></span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-28498982936857716952013-10-11T02:59:00.004-07:002013-10-11T02:59:18.095-07:00... la inocencia del macedonio... <div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Las
agujas de los pinos este año estaban especialmente crujientes. Esa sensación de
fractura sutil múltiple siempre había agradado
especialmente al muchacho, pisarlas y sentir como se quebraban bajo sus pies
era una delicia. En su descabellada peripecia mental se dejaba seducir por la
impresión de caminar por una superficie ornamentada con el propósito de
festejar el paso mayestático de una divinidad. La augusta luz del sol se
filtraba entre los pinos trazando verdaderos rayos y se percibía, alentado por
el calor tardío de un otoño más benigno, el aroma intenso de las coníferas y el
follaje del bosque. Podía ser el divino caudillo macedonio llamado Alejandro
con sólo acercar su mano al suelo y recoger una de las espadas que el capricho
de la naturaleza había forjado en el recuerdo de lo que fue una rama. Pero
ahora no era el tiempo de los juegos. Él mismo se sentía crecer y experimentaba
un nuevo impulso que lo apartaba de la inocencia. Por lo que tenía entendido lo
que le sucedía, que él no sabía ubicar muy bien en su cuerpo, acontecía en el
corazón. Quien días antes hubiera conducido un ejército invasor macedonio hacía
una victoria segura, con aplomo y fuerza, mostrando orgulloso sus estandartes,
ahora procuraba el máximo sigilo a sus pies y notaba como estruendos cada
pisada sobre las agujas que se fracturaban con estrépito. Se aproximó a donde
el azar lo había llevado unos días atrás, a donde desde ese momento no ha
faltado cada tarde. Procura el hurto de su presencia la alta vegetación que ha
brotado en un recodo de la alambrada. A cobijo de unos árboles y de la mirada
ajena se aferra a los triángulos metálicos con cada dedo. Sus ojos se acomodan
para saquear la imagen confiada del interior, tras la alambrada los movimientos
distraídos y confiados alrededor de la piscina se suceden a un ritmo natural. Los
párpados se expanden hasta el perímetro más amplio de su capacidad, han salido
ella, la niña de piel dorada, y su cabello tan rubio, casi blanco. La mirada se
deleita con sus movimientos diestros y el brote festivo del agua desalojada por
la inmersión delicada de su cuerpo de piel bronceada. El sonido del chapuzón
amortiguado por la perfección de la zambullida se une al piar arbitrario de los
pájaros que pululan por las copas de los árboles. Después, tras el instante
interminable de su ausencia, el pelo mojado se pega a la perfección ósea
confundiéndose con la cabeza y la esbelta espalda de la alucinante criatura. La
muchacha se dirige hasta donde están sus ropas, blancas, inmaculadas,
impolutas. Y es entonces cuando él, arrugado en su escondite, comienza a
descubrir el tosco material del que están hechos sus zapatos, los pobres tejidos
que caen sobre su cuerpo, la distancia tan enorme que se expande a lo largo de
aquellos escasos metros. </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-8223552976537909172013-09-18T08:49:00.003-07:002013-09-18T08:49:41.663-07:00Amane o el sonido de la lluvia<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>En la casa de huéspedes se toma el té a primera hora, cuando aún despunta el alba. Es tan benigna esta estación que las muchachas instalan algunas mesas a los pies del anciano sauce que se alza arrogante ante el establecimiento dando cobijo y compañía a los viajeros. Es el momento sereno del amanecer. Trinan su canción las primeras aves, los paladares degustan la infusión y los sentidos el instante. Apoyados los labios parsimoniosos sobre el cálido cuenco un hombre se deleita con el aroma del lozano follaje del árbol y medita sobre sus propósitos al amparo de la humedad del valle. El sonido del viento es suave y juega a silbar melodías allá, en los campos de arroz. Parece tranquilo y dichoso. Contempla los crisantemos y clavelinas del austero parterre mientras sorbe el líquido caliente con frugalidad. </div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>El novedoso visitante había llegado a la aldea a última hora de la tarde anterior. En la casa, poco habituada a agitaciones, se dejaron oír los cuchicheos jocosos de las muchachas. Sus risas fueron testigos ruidosos y festivos del poco común suceso que suponía aquella visita. El brillo de los ojos de todas ellas evidenciaba la gallardía y apostura del hombre. Este joven viajero, que toma su té elegantemente ataviado con blancas y ricas prendas, supone todo un acontecimiento en la apartada aldea de Shizukesa, a los pies del monte Inasa. </div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Nomi, que así se llama el apuesto muchacho, aúna belleza, porte y modales exquisitos. Sonríe sabedor del efecto que causa en la servidumbre. Por el camino de tierra que contempla y que serpentea más allá del parterre han pasado unos arrieros con unos bueyes cargados de grano. Sonríe y se inquieta a la vez. Un nervio delicioso e ignoto mueve sus adentros. Ha llovido y han florecido los campos. Distintas cosechas han llenado los graneros sucesivamente. Ha pasado el tiempo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Todo comenzó con aquello que le fue publicado en el Asahi Shimbun de Tókio. Su primera incursión en el mundo literario. Aquel concurso de cartas de amor anónimo. ¿Cómo decía su texto? Sí, lo recuerda muy bien, lo recuerda como si sus ojos estuvieran viendo las letras alineadas ante sí en este instante. Lo ve impreso en la página de diario: <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Quise escribir algo en tu piel con el lápiz invisible de mi dedo y sin embargo, en ese instante intrépido, un destello solar paralizante inmundo nuestras pupilas, de modo que todo fue silencio, excepto un corazón latiendo.” Aquel texto había merecido el reconocimiento del jurado y el premio y honor de ser publicado. Fue en mil novecientos treinta y nueve. Hace ya seis años, él tenía tan sólo dieciséis. </div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>En una de las mesas contigua un par de aparceros de una aldea vecina charlan distendidos, hablan de trivialidades, de que pronto lloverá, que caerá una lluvia fina. Sorben sus tés y fuman cigarrillos que desprenden un humo blanco, sólido e intenso. Su aroma evidencia la frescura de las hebras de tabaco. Nomi, contagiado de ello, busca en el bolsillo de su chaqueta blanca procurando sacar un cigarrillo pero sin mostrar la cajetilla, le causa inquietud fumar esa marca de cigarrillos norteamericanos dadas las circunstancias. Succiona el humo con fruición. </div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Luego llegarían las cartas de Amane. Dulce, intrigante, inteligente, pequeña Amane. Aquella chica de diez años que se había entusiasmado con su texto. Aquella chiquilla instruida que había contactado con la redacción del diario para localizar la dirección de Nomi en Tokio. Sus cartas. Sobre la mesita, en el otro extremo para hacer hueco a la taza de té, reposan las cartas de Amane, entre las cuartillas manuscritas de sus trabajos. Supuso que sería una delicia trabajar al amparo del sauce, por lo que sus papeles lo acompañan; así como una pluma estilográfica.<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>No se había engañado, disfruta del instante en contacto con las epístolas veneradas, con las cuartillas inmaculadas y con el pasado que todo evoca. </div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Escribe con fluidez y sin mesura: </div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Hoy, nueve de agosto de mil novecientos cuarenta y cinco, en su dieciseisavo aniversario, conquistado el permiso paterno a pesar de la contienda, Amane, la dulce muchacha cuyo alma retratan las más tiernas misivas, se encontrará conmigo en esta aldea, en la falda septentrional del monte Inasa, lugar que llaman casi sin nombrarlo, como el silencio, como hurtando a los oídos este feliz encuentro, al amparo de otras miradas que no sean las de esta gente sencilla. Shizukesa será testigo de la culminación de un impulso nacido al calor de unas cartas de dos jóvenes ayer desconocidos. Amane es el sonido de la lluvia cuando es donoso. Graciosa en esos momentos que cae con gracia infinita entre las agujas de los pinos. Su sonido es el de la quietud. Imagino su tez blanca, dorada al atardecer, albergando la sonrisa ingenua y ruborosa de la niñez que florece en doncella. Ya creo oír su pisada, como gota temprana en la mañana que moja las lentes de las gafas de mi anciano padre, conformando una nostalgia apabullante en mi corazón tan joven, arrancando de mi oído la idea más amable, formando en mis labios los fonemas que habrán de dar vida a su nombre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Nomi escribe la última palabra cuando son ya las diez y cuarto. Nagasaki, la capital, es devastada por la sinrazón. Cinco días después Japón se rinde y un Nomi enfermo, a punto de morir cambia el texto de su primera carta. Fallece el poeta a los veintidós años, rodeado de desolación, destrucción y unas pena e impotencia imposibles de borrar jamás. </div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Quise escribir algo en tu piel con el lápiz invisible de mi dedo y sin embargo, en ese instante intrépido, un cataclismo nuclear inmundo de radiación nuestra aldea, de modo que todo fue ceniza, excepto un corazón construido con tu dermis”.</div>
<div>
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-56451056217697668402013-07-01T06:22:00.005-07:002013-07-01T07:44:36.874-07:00... ovillo... <div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
profesor comenzó su exposición ante su auditorio: «Estimados alumnos no se
llamen a engaño, no soy tan raro. Ni siquiera tan distinto a vosotros. Sé que
mi afirmación de la clase precedente les pudo parecer el delirio de un pirado. Lo
sé y lo comprendo. Cuando les dije que tengo constatado que algunos objetos, en
un momento o vida anteriores, fueron personas, ustedes en sus pupitres
arrugaron el entrecejo y sus bocas parecían la de peces fuera del agua,
quedaron anonadados, cuchichearon los unos con los otros y no quiero ni
imaginar los calificativos. Sin embargo hoy les traigo la prueba definitiva.
Presten atención». Dicho lo cual, sacando de su maletín un ovillo de lana y lo que
parecían unos auriculares, tan sencillos y carentes de sofisticación como los
que proporcionan en el Ave, se dirigió al púlpito solicitando la asistencia de
uno de los alumnos. Una vez hubo conseguido que un estupefacto muchacho accediera
al estrado le proporcionó a este el micro que conecta con el sistema de
audición de la clase y colocándole los auriculares en los oídos le pidió que
transcribiera lo que iba a escuchar cuando él insertara la clavija de los
auriculares, sin más sofisticación, en el corazón del ovillo de lana. Todos
pudieron oír la voz del muchacho a través del sistema de sonido del aula: «… constantemente
te pienso, pero cuando mi mente construye la frase «te echo de menos» una
tristeza infinita se apodera de mi ánimo; al llegar tan sólo a la segunda «e» mi
nariz se ve alterada, sucede algo extraño que complica mi respiración y se vidria
mi mirada. Cuando mi voz interior pronuncia la palabra «menos», esa idea que
resta tanto de mí, me transformo en un ovillo de lana vieja, pasada de moda, y supongo
que nadie querrá hacer un bonito jersey conmigo…». </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-70768336187607263972013-05-24T04:32:00.002-07:002013-05-24T04:32:47.423-07:00... onomatopeya de goteo... <div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>... Nadie imagina la impotencia, sólo yo. La vivo. Este cuerpo no es sino un fardo. Nadie conoce cómo puede llegar a ser la quietud forzada. El goteo de ese grifo y mis nervios no son buenos convecinos. Nadie convive con un martillo cansino e Insufrible por causa de, en apariencia, una inofensiva agua. Yo sí, agua, sí, esa cosa tan pura. Agua y la impertinente y terrible falsa indolencia de estos músculos. Nadie sin matar o morir. A primera hora de la mañana salió el tipo que se ocupa de la limpieza, que Dios lance con fuerza al infierno, y dejó despreocupadamente semicerrado un grifo dando margen a este goteo incesante y estruendoso. Para más infamia dejó la puerta del baño abierta, para que se ventile dice, los cojones, y desde dentro el continuo y espaciado sonido de una oronda gota de agua golpeando la superficie del lavabo, una y otra vez, y otra gota, y otra que sola resulta amable pero que juntas son despreciables, y la puta quietud de estos músculos muertos y mis oídos intactos y sanos, perceptores capacitados, dos cabronazos, y mi mente alerta, despierta, hábil siempre. Quiero gritar, romper, destrozar, lanzar, pero a duras penas veo dos montículos levantando el embozo de este castigo que llaman cama. Allí, al sur, simulando ser pies. Dos cadáveres unidos a estos pedazos de muerte que conforman mi cuerpo... </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-14070670837286927722013-05-15T07:13:00.001-07:002013-05-15T07:14:55.154-07:00... guerra, Siria...<span style="background-color: black; color: white;"><br />
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="background-color: black; color: white;"> … con dientes blancos, limpios, con
la fuerza de fauces rabiosas, con el poder de la sinrazón y el odio calculado,
con cada una de esas piezas revisadas por un inocente odontólogo en la aséptica
habitación de una aséptica clínica de Damasco, se desgarra un corazón de un
peón caído, jugando a la idiotez de la raza humana, al capricho de los dioses
más iracundos, absurdos, inventados, deidades de cartón piedra que miradas en
la distancia resultan imponentes, así he mordido e ingerido, ciego por mi exigua
victoria de la jornada hoy, por el poder de la oportunidad, el corazón de mi
rival inerme en el suelo, alcanzado por la metralla que ama la carne y que yo
lancé al viento del capricho y de la ira, dejando ver cómo su sangre se desliza
por la comisura de mis labios, emulando a Idi Amin o al pérfido y sabio doctor Hannibal Lecter, manchando mi camisa sudada y
maloliente de su sangre muerta, tan lejos de mí, tan cerca de la gloria de
youtube… </span><o:p></o:p></span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-9197229305945086412013-05-14T05:35:00.003-07:002013-05-14T09:51:44.199-07:00... mi furia y la tarde... <br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Como brochazos sueltos de un untuoso
blanco roto las nubes dibujan sobre el tapiz azulado del cielo un caos de
lluvias cohibidas, escasamente intrépidas, aguas tan poco resueltas y ocultas que
resultará improbable que la tierra acabe por exhalar ese olor a tierra mojada
tan mencionado en los tratados sobre románticos flash back. Parece difícil que
finalmente junten sus húmedas fuerzas para descargar un chubasco que llevarse
al olfato, un torrente que sepa golpear el cristal, o golpear a alguien,
molestarlo al menos. Así, la tarde y su luz cenital son tan anodinas y lasas
como ayer. Como siempre que se tiene el día tonto, tan frecuente en mi. El año
tonto quizás. La vida tonta y estúpida me digo y este calor bochornoso e
irrespirable. Ni furia ni violencia tras la ventana, desesperantes nubes
tranquilas y el programa de la radio y su despreciable bla bla infestan mi
ánimo de oscuridad y demonios encerrados. El calor nace en mí. Seguro que esa
ave que diviso no es ni siguiera un albatros, que suena a postín alado, más
bien un despreciable pajarillo sin pedigrí, como yo. Nada en la tarde que me rescate del deseo de
automutilación o crimen. Mi furia y la tarde. </div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-486329226944263433.post-58186474719502807512013-02-13T03:27:00.003-08:002013-02-13T06:24:25.395-08:00… COMO EL GOLPE DE UN MARTILLO(*)…. <br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 9pt;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">(*) <i>La palabra del texto original en su transcripción literal identifica a un objeto utilizado tanto en los encuentros bélicos como en la caza mayor, que, sin ser un martillo, vendría a ser un pequeño aunque contundente útil similar a éste.</i></span></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 9pt;"><b><br /><span style="background-color: black; color: white;"></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><i><u>Breve reflexión del traductor</u></i>.- La musicalidad del poema se pierde naturalmente al ser traída al castellano; es, sin embargo, en su lengua vernácula, de una belleza inimitable. Nos hemos limitado a hacer una traducción fiel del texto, casi literal, en el convencimiento de la imposibilidad de poder transcribir su delicado ritmo, sus sonidos armoniosos, su magia sonora. Respecto a su métrica debemos señalar que se ve alterada por los fragmentos que se han perdido (y que indicamos con puntos suspensivos), a pesar de lo cual la peculiaridad que se observa en los fragmentos rescatados parecen indicar una estructura propia, ideada por su autor, desconocida en la época y región, tan apartada de otras influencias como es la Taiga siberiana del siglo VI. Por último sólo pueden ser ensalzadas las virtudes de la obra sin vincularla a su autor, cuya identidad a quedado igualmente mutilada por la precariedad del documento encontrado, lo que supone, a criterio de quien suscribe, una imperdonable falta de tributo al que fue sin duda un sublime creador. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: black;"><br /><span style="color: white;"></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><b><u>TRANSCRIPCIÓN DEL TEXTO</u></b>: </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: black;"><br /><span style="color: white;"></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: black; color: white;"></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">las luchas…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">... quisiera leer</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">extenuar el pensamiento</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">agotar la mirada en combate</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">con la miríada de hormigas</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">que transitan estas páginas…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black;"><br /><span style="color: white;"></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">.... ejercito que enarbola banderas</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">ignotas,…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">… que mi atención</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">arribara a estas costas blancas</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">y volver a sentir el frescor </span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">del conocimiento tranquilo…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black;"><br /><span style="color: white;"></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">… pero ronda y rueda por aquí</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">el infame dolor de una gota cansina</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">….</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">….</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">… y pienso que quebrará mi voluntad</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">y cada una de las flechas de mi carcaj…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black;"><br /><span style="color: white;"></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">… la insistencia, la ausencia de paz,</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">la idea…</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black;"><br /><span style="color: white;"></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">… homínido se repite… </span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black;"><br /><span style="color: white;"></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; color: white;">… mientras leo la misma frase vacía… </span></div>
<span style="background-color: black;"><br /><span style="color: white;"></span></span>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/01512153912172553084noreply@blogger.com0