martes, 28 de julio de 2009

La pintora (esperando a Naim 6)

El hermoso patio de las Doncellas alberga, bajo sus bellos soportales, los cuadros expuestos por los distintos pintores. Filigranas de yesería sobre los arcos lobulados invitan al visitante a la contemplación. No puede ser imaginado entorno más propicio para admirar estas pinturas, criaturas de tantas madres diversas. Arracimado en grupos poco numerosos un público entusiasta los contempla al tiempo que cambia impresiones. De estos corros se desprende un murmullo sosegado que engalana la muestra con su música monocorde. Fatma apreció esta imagen tranquila a la entrada de la exposición. Bajo el dulce abrazo de la luz de un sol madurado por la tarde la exposición organizada por el Legado Andalusí transporta a un tiempo en el que se han detenido las urgencias cotidianas. Se respira la comunión de lo diverso. Esto ha arrancado a la mujer una sonrisa. Curva que permanece encendida por el bosquejo de sus blancos dientes.
— ¿Lalla Fatma? — pregunta alguien a su espalda.
— Lalla es un título demasiado grande para mi persona —. Responde tajante la mujer mientras se da la vuelta. Es consciente de que ha ido cobrando fama más allá de las fronteras de su universo pequeño y cotidiano, pero la pintora magrebí intenta desprenderse del título que últimamente la gente viene asociando a su persona, no se siente cómoda con él. — Ya existió una mujer muy importante en la Cabilia llamada Lalla Fatma. No sé si sabe que Lalla es un término bereber que significa Señora, y que tiene para nosotros un alto contenido de admiración y respeto. Pero… sí, disculpe, soy Fatma Berber. ¿Con quien tengo el gusto?
— Mi nombre es Ismael, pertenezco a la organización y conozco algo de su obra… “Lalla” Fatma Berber— el hombre acentuó deliberadamente el término escoltado por una cortés sonrisa que no desagradó a la pintora, quien entendió el cumplido. — Es un honor para nosotros tenerla aquí. Espero que el hotel sea de su agrado.
— Sin duda, muy confortable, gracias.
Junto a la remozada fuente habían dispuesto un modesto ágape sobre una mesita vestida con paño verde oliva. Fatma pudo observar el buen gusto y lo acertado de la organización pues estando invitados numerosos pintores del dar al-Islam no se veía la consabida copa de vino español. Se había acercado hasta allí de la mano del atento Ismael. La mesa contenía frutos secos y té servido en sutiles vasos de cristal ornamentado.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

como siempre da gusto leerte aunque sea cortito
tu desayunero amigo alfonso

Unknown dijo...

Alfonso... por razones obvias he tenido muy dejado el universo.net. Voy escribiendo en tiempo real y la historia se va construyendo sola. Os pido benevolencia. Nos vemos.

Anónimo dijo...

benevolencia concedida y paciencia asumida.. no vemos entre integrales, infusiones y jugos.
Alfonso macias

~¿si él=Sol, io=Andròmeda?~ dijo...

~♣n_n un poco ¡burgues, altanero! etc... Pero las compasiciones siguen siendo ligeras, rápidas, frias, ¡"sentido común" cool! ¡Merci primor! att. Odi^-^♠~

Unknown dijo...

Odi... de vuelta a tu hogar. Bienvenida

~¿si él=Sol, io=Andròmeda?~ dijo...

~♣n_n ¡Gracias bombon! ^-^♣~