lunes, 6 de julio de 2009

Esperando a Naim (5)

El sobre que tengo en mis manos es parco en palabras; “para Fatma” aparece escrito en el centro con letras grandes y estilizadas, y en la esquina inferior izquierda, con bastante más modestia, veo la palabra Naim escrita con caracteres árabes. Mi sonrisa es amarga ¿quién más habría de llamarse Fatma? En la plaza, entre las mesas, la actividad luminosa sigue, ajena a esta mujer venida de otras tierras. Me siento afligida. He puesto todas mis esperanzas en el reencuentro con el amigo perdido. He llegado a un punto de mi vida en que la mirada está fija en el pasado, por eso quiero aprovechar mi estancia en Sevilla más allá de la exposición que me ha traído aquí. Hace tiempo que he comprendido que el tránsito humano es una elipse y que, a mi edad, he superado la curva álgida de mis días. Sobre el alto taburete se encuentra una mujer adulta con la voluntad sosegada de amarrar los cabos sueltos de su existencia. En los primeros días de mi juventud uno de estos cabos sueltos fue Naim.
Permanezco inmóvil un tiempo, queriendo adivinar una nota trazada por sus hábiles manos, una disculpa más o menos elegante. Miro el objeto frío que descansa en mi mano. No tengo el arrojo de abrir el sobre. Calzo mis pies, pago mi cuenta, recojo mi bolso de viaje, y en uno de sus bolsillos introduzco el sobre.
Cerca de aquí hay una parada de taxis.

4 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Las piezas empiezan a situarse sobre la mesa, me tienes en vilo

Un abrazo

Unknown dijo...

Luz de Gas... me gustaría estar a la altura, y sobre todo disponer de más tiempo... todo acontecerá pausadamente.

Un abrazo

~¿si él=Sol, io=Andròmeda?~ dijo...

~♣n_n Refrescante... escojó este fragmento, ke kizá represente vuestra madre. Pero cada uno puede pensar lo ke kiera... "...mujer adulta con la voluntad sosegada de amarrar los cabos sueltos de su existencia..." ¡Gracias por expresaros de esta manera única e refinadamente interesante! Att. Odi^-^♣~

Unknown dijo...

Odi... la juventud, frondosa y vertiginosa, llega a su fin un día. Bienvenida.