jueves, 18 de junio de 2009

Esperando a Naim (3)

Aislado como un anciano perdido se alza entre las piedras diseminadas por la suave pendiente. Lo llamamos el Árbol, como si esta nominación lo identificara entre miles. Él fue soporte de nuestros juegos desde siempre. Al pie de su desvencijado tronco una piedra parecía hacer las veces de asiento, pero ambos sabíamos cual era su función. Bajo esta piedra el color y la compostura de la tierra evidenciaban que algo se ocultaba deliberadamente. Siempre dejaba hacer a Naim, mis ojos se sumían en el acto placentero de la contemplación de sus manos. Ayudado por cualquier cosa Naim retiraba con sumo cuidado la primera tierra para ir buscando las aristas, de esta manera ante mis ojos se iba formando un rectángulo. Con el tiempo y el trabajo certero de sus dedos la caja metálica afloraba.
Entonces una caja de metal tenía un valor muy por encima del que tendría ahora para nuestros hijos, en si misma era un objeto preciado. La nuestra había sido concebida para albergar unos suculentos dulces de membrillo en la tienda de la Marina, junto a la escuela. Habíamos estado día sí y día también expectantes hasta que los dulces de membrillo fueron desapareciendo lentamente de su interior, Naim y yo entonces no comíamos otra cosa. La Marina se había comprometido con ambos en que nos la regalaría.
— ¿Para que queréis la caja?— nos preguntaba la tendera.
—Para nuestros tesoros— escucho decir a Naim.

2 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Estoy deseando saber que contienen la caja.

Ya nos dirás

Un abrazo y felicidades

Unknown dijo...

Luz de Gas... espero ser más constante a partir de ahora. Gracias