martes, 14 de mayo de 2013

... mi furia y la tarde...


Como brochazos sueltos de un untuoso blanco roto las nubes dibujan sobre el tapiz azulado del cielo un caos de lluvias cohibidas, escasamente intrépidas, aguas tan poco resueltas y ocultas que resultará improbable que la tierra acabe por exhalar ese olor a tierra mojada tan mencionado en los tratados sobre románticos flash back. Parece difícil que finalmente junten sus húmedas fuerzas para descargar un chubasco que llevarse al olfato, un torrente que sepa golpear el cristal, o golpear a alguien, molestarlo al menos. Así, la tarde y su luz cenital son tan anodinas y lasas como ayer. Como siempre que se tiene el día tonto, tan frecuente en mi. El año tonto quizás. La vida tonta y estúpida me digo y este calor bochornoso e irrespirable. Ni furia ni violencia tras la ventana, desesperantes nubes tranquilas y el programa de la radio y su despreciable bla bla infestan mi ánimo de oscuridad y demonios encerrados. El calor nace en mí. Seguro que esa ave que diviso no es ni siguiera un albatros, que suena a postín alado, más bien un despreciable pajarillo sin pedigrí, como yo.  Nada en la tarde que me rescate del deseo de automutilación o crimen. Mi furia y la tarde. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las tormentas se provocan aumentando la temperatura en las nubes...