Allí, perdida por fortuna, se ve. La muchacha más bella. En el óvalo de su rostro, escatimado al sol a lo largo de sus escasos quince años, estalla, en un artificio de luz blanca, una tristeza pequeña, fugazmente esbozada por los dientes que tiemblan. Delante de esa casa, ante el banco, en la escueta calle que es el mundo, allí deja Dita el regalo ruboroso de su tierna edad.
Allí recrudece el deseo, allí se destierra el daño por el daño. No se recuerda el momento en que la niña torció sus días calidos, se ha diluido en el devenir, en esa sucesión de días idénticos que lo transforman todo. Llegado el horror, se esfuma. Desde la ventana la vemos desnuda, impaciente. Son las 20:00 horas en este instante.
Nada nuevo acontece.
Desde esta ventana la observo. Mis ojos son una cámara que abandona la historia inconclusa de una muchacha. La imagen se empequeñece para abarcar la calle, la ciudad en su conjunto después. Observo allí abajo cómo una pequeña criatura, de la que casi no percibo ya su desconcierto, comienza a caminar entre las sombras. Es ya otra sombra más que ha esquivado al azar.
Resulta tan pequeña la imagen que cobro conciencia de mi, de esta habitación desangelada y oscura. La mirada penetra y cae sobre mis músculos dormidos. Son mis ojos omniscientes. Pronto se hará la luz en las paredes cenicientas y serán rescatados desde las sombras el monitor y este insano teclado. Recupero el movimiento. Impaciente, el cursor, parpadea. Usuario: JUAN. Después la contraseña, cuatro asteriscos que ocultan una palabra.
:¿esBULLA paraL@s NOcl@ros?: #dudos@sS$Territorio!?
Hace 2 meses