viernes, 24 de mayo de 2013

... onomatopeya de goteo...

... Nadie imagina la impotencia, sólo yo. La vivo. Este cuerpo no es sino un fardo. Nadie conoce cómo puede llegar a ser la quietud forzada. El goteo de ese grifo y mis nervios no son buenos convecinos. Nadie convive con un martillo cansino e Insufrible por causa de, en apariencia, una inofensiva agua. Yo sí, agua, sí, esa cosa tan pura. Agua y la impertinente y terrible falsa indolencia de estos músculos. Nadie sin matar o morir. A primera hora de la mañana salió el tipo que se ocupa de la limpieza, que Dios lance con fuerza al infierno, y dejó despreocupadamente semicerrado un grifo dando margen a este goteo incesante y estruendoso. Para más infamia dejó la puerta del baño abierta, para que se ventile dice, los cojones, y desde dentro el continuo y espaciado sonido de una oronda gota de agua golpeando la superficie del lavabo, una y otra vez, y otra gota, y otra que sola resulta amable pero que juntas son despreciables, y la puta quietud de estos músculos muertos y mis oídos intactos y sanos, perceptores capacitados, dos cabronazos, y mi mente alerta, despierta, hábil siempre. Quiero gritar, romper, destrozar, lanzar, pero a duras penas veo dos montículos levantando el embozo de este castigo que llaman cama. Allí, al sur, simulando ser pies. Dos cadáveres unidos a estos pedazos de muerte que conforman mi cuerpo... 

miércoles, 15 de mayo de 2013

... guerra, Siria...



            … con dientes blancos, limpios, con la fuerza de fauces rabiosas, con el poder de la sinrazón y el odio calculado, con cada una de esas piezas revisadas por un inocente odontólogo en la aséptica habitación de una aséptica clínica de Damasco, se desgarra un corazón de un peón caído, jugando a la idiotez de la raza humana, al capricho de los dioses más iracundos, absurdos, inventados, deidades de cartón piedra que miradas en la distancia resultan imponentes, así he mordido e ingerido, ciego por mi exigua victoria de la jornada hoy, por el poder de la oportunidad, el corazón de mi rival inerme en el suelo, alcanzado por la metralla que ama la carne y que yo lancé al viento del capricho y de la ira, dejando ver cómo su sangre se desliza por la comisura de mis labios, emulando a Idi Amin o al pérfido y sabio doctor Hannibal Lecter, manchando mi camisa sudada y maloliente de su sangre muerta, tan lejos de mí, tan cerca de la gloria de youtube…    

martes, 14 de mayo de 2013

... mi furia y la tarde...


Como brochazos sueltos de un untuoso blanco roto las nubes dibujan sobre el tapiz azulado del cielo un caos de lluvias cohibidas, escasamente intrépidas, aguas tan poco resueltas y ocultas que resultará improbable que la tierra acabe por exhalar ese olor a tierra mojada tan mencionado en los tratados sobre románticos flash back. Parece difícil que finalmente junten sus húmedas fuerzas para descargar un chubasco que llevarse al olfato, un torrente que sepa golpear el cristal, o golpear a alguien, molestarlo al menos. Así, la tarde y su luz cenital son tan anodinas y lasas como ayer. Como siempre que se tiene el día tonto, tan frecuente en mi. El año tonto quizás. La vida tonta y estúpida me digo y este calor bochornoso e irrespirable. Ni furia ni violencia tras la ventana, desesperantes nubes tranquilas y el programa de la radio y su despreciable bla bla infestan mi ánimo de oscuridad y demonios encerrados. El calor nace en mí. Seguro que esa ave que diviso no es ni siguiera un albatros, que suena a postín alado, más bien un despreciable pajarillo sin pedigrí, como yo.  Nada en la tarde que me rescate del deseo de automutilación o crimen. Mi furia y la tarde.